NADA PARA SORPRENDERSE
Las afirmaciones realizadas ayer por la vicepresidente Cristina Fernández durante la última instancia del juicio que se sigue en su contra donde está acusada de liderar una asociación ilícita dedica a estafar al Estado nacional y por la cual pesan sobre sus hombros un pedido de 12 años de condena e inhabilitación para ejercer cargos públicos de por vida; no deben sorprender ni escandalizar a nadie . Más allá de ciertas metáforas peligrosas que la titular del Senado utilizó para victimizarse una vez más, es lo que propios y extraños esperaban de ella. Nada más, ni nada menos.
Nadie, absolutamente, nadie que conozca la trayectoria y accionar de la ex presidente puede decir que le llamó la atención esas declaraciones y el tono de las mismas.
Alguien puede decir que esperaba que CFK utilizara todas sus dotes histriónicas para decir: “señores jueces y fiscales, permítanme felicitarlos, aunque no estoy de acuerdo con su postura, por la encomiable labor que llevaron adelante a pesar de las intensas presiones ejercidas por el gobierno del cual soy la segunda en línea de sucesión, que utilizó y utilizará todos los medios a su alcance a como dé lugar para presionarlos, dejando de lado la división de poderes que obviamente a nosotros no nos importa”. “Quiero agregar además que pido disculpas por el accionar de mis seguidores que se comportan como miembros de una secta y por tal motivo no dudan en afirmar y llevar adelante cualquier tipo de tropelía, aún fuera del marco legal, para mostrar cuánto me aman”.
De verdad alguien pensó que CFK iba a hacer uso de la palabra con cierto tino propio de una vicepresidente y ex mandataria?
Desde el primer momento las intervenciones de la vicepresidente fueron así de fuertes, habida cuenta de las pruebas que hay en su contra y de conocer a ciencia cierta los delitos que se le achacan.
Nunca en casi 40 años de profesión periodística y de haber presenciado cientos de juicios penales de toda índole y relevancia, vi a un inculpado –que sabe que quizás lo condenen- agradecer a fiscales y jueces el trabajo realizado en pos de la verdad y la justicia.
Lo que si llama la atención es la displicencia con que la vicepresidente manipula hechos a gusto y sin razón, dejando de lado situaciones fácilmente comprobables como son las rutas a medio terminar o directamente sin ejecutar que dejó Baez en Santa Cruz de la mano de Austral Construcciones. De eso no se habla. Como tampoco del alquiler de habitaciones de hotel propiedad de la familia presidencial que el empresario tomó para que sus obreros descansaran cada noche, sin tener en cuenta que trabajaban a más de 600 km de distancia. Silencio.
La denuncia que derivó en este juicio data del 2008, es decir que CFK tuvo hasta el 2015 para preguntarse o preguntar a alguno de sus colaboradores “che (como gusta decir) qué pasa con este Baéz y su empresa de construcción? Está cumpliendo? Alguien está mirando para otro lado?. No nos estará metiendo en un lío, no? Sin embargo a la luz de los acontecimientos presentados por el fiscal Luciani, Fernández no solo no quiso hacerlo sino que además usufructuó de esa relación haciendo los más variopintos negocios con el empresario al que dice –con toda razón- que “no fue su amigo”. Fue su empleado.
Sin medida
Un punto a tener en cuenta por su peligrosidad y consecuencias impredecibles, son las afirmaciones de la vicepresidente tratando a los miembros del tribunal de integrantes de un “pelotón de fusilamiento”.
La verdad es que ante una sociedad nerviosa debido al desastrozo manejo de la economía que lleva adelante el gobierno que integra, con un 50% de pobres e indigentes, con jubilados que cobran menos de la mitad de la canasta básica, con 4 de cada 10 personas que no comen todos los días, con 7 de cada diez niños pobres en la provincia que conducen mayoritariamente hace décadas, con trabajadores en blanco que igual son pobres debido a sus magros ingresos y con la crispación social a flor de piel, hacer esa comparación es abrir las puertas a resultados inesperados.
Criticar sin miramientos a fiscales por hacer su trabajo, no parece en principio propio de una abogada exitosa, sino de una persona que se sabe culpable y no encuentra otra manera de defenderse que no sea el ataque.
Nadie dice que CFK debe rendirse de plano ante lo que entiende es una injusticia de proporciones bíblicas, claro que no. Solo que por su impronta en la escena nacional y el peso de sus palabras debe al menos medirlas.
Días a tras uno de los abogados de CFK responsabilizó a la jueza Capuchitti de la seguridad de Cristina Fernández, debido a lo que entienden es un flojo accionar de la magistrada. Con la misma lógica se podría decir que la actual vicepresidente es responsable ahora de la seguridad de los jueces y fiscales que intervienen en el caso tras las declaraciones realizadas ayer.
El profesor , el ministro y el gremialista
Otro punto a destacar es la innecesaria intervención del presidente Alberto Fernández, quien hace gala de su condición de profesor de Derecho, respaldando los dichos de su vicepresidente. Flaco favor le hace a la justicia el profesor Fernández, convalidando que una acusada compare a un tribunal legítimamente constituido con un pelotón de fusilamiento. Además sabido es que el accionar del presidente nada tiene que ver con la cuestión judicial, sino con su increíble vocación por intentar agradar a quién no pierde oportunidad de maltratarlo.
A esto se suma la amenaza de un sindicalista de ATE conocido solo dentro de los límites de la Ciudad de Buenos Aires, quien afirmó que en caso de que CFK fuera condenada pararían el Estado. La verdad es que estos dichos no son solo humo sindical, ya que estarían en todo caso perjudicando directamente el funcionamiento del Estado conducido por un gobierno al que apoyan, sino que además la medida se volvería impracticable a las 72 horas. Él lo sabe.
Por último el que prefirió -al menos hasta el momento- hacer silencio de radio fue el ministro Sergio Massa, que sabe que no es bueno meterse en problemas ajenos porque sí nomás; razón por la cual decidió meter la cabeza de lleno en los problemas de la economía nacional que lo tienen más que ocupado y dejar para otro momento los comentarios político-judiciales.
Así las cosas el próximo seis de diciembre el Tribunal que juzga a CFK dará a conocer su veredicto que, en caso de encontrarla culpable de alguno de los delitos que se le achacan, convertirá a Cristina Fernández en la segunda vicepresidente de la Nación que en los últimos años es condenada por hechos de corrupción. El primero fue Amado Boudu.
D.R