EL VIEJO ARTE DE FUMAR EN PIPA
La pipa a diferencia de los cigarrillos o cigarros, es un medio para llegar a disfrutar el tabaco. Cuanto mejor sea el medio, mejor se podrán destacar las cualidades del tabaco.
Entre los diferentes tipos de pipas se destacan las fabricadas con raíz de Brezo, una planta que se encuentra en las orillas del Mediterráneo, perteneciente a la familia de las Ericas. Su madera es de fibras muy duras, no combustibles. El primer proceso es el de cocción para eliminarle los taninos, luego el secado y estacionamiento. De estos procesos y del cultivo de origen variará la calidad de la pipa.
La pipa tiene tres partes. Por un lado está el Hornillo, donde se introduce el tabaco, luego está el brazo (o cuello) que une el hornillo con la boquilla. Tanto el brazo como el hornillo suelen ser de raíz, mientras que la boquilla suele ser de Ebonita o de Acrílico. La Ebonita es una mezcla de caucho con azufre.
La primera pipa debe ser liviana, de capacidad media, no demasiado corta y preferentemente recta, las pipas curvas suelen juntar más jugos de la combustión y se humedecen más.
Respecto al tabaco, la elección del mismo es muy personal, el fumador debe ir degustando diferentes tabacos encontrado diferencias y preferencias. Para iniciar es preferible elegir tabacos de fuerza suave (ligera), de baja humedad, y mezclas aromáticas si es posible. ¿Cuál es el mejor tabaco? Para nosotros es el que más le guste a cada uno.
Cada vez que fumamos una pipa, debemos dejarla descansar para que su raíz se seque lo más posible. Si prendemos una pipa húmeda, es más propensa a elevar su temperatura lo que altera el sabor natural del tabaco. Si pensamos fumar dos pipas por día, ellas deberían ser diferentes. Entonces, la cantidad de pipas depende de la frecuencia que cada uno desee fumar.
Cómo preparar la pipa
Para cargar bien una pipa, el tabaco debe introducirse en el hornillo de a pequeños pellizcos, casi sueltos en el fondo y presionando cada vez más a medida que llenamos el hornillo. Se dice que al principio debemos cargar el tabaco en el hornillo como lo haría un niño, luego como un joven, y finalmente como un hombre (ya que cada vez hacemos un poquito más de fuerza para comprimirlo). Si lo hicimos correctamente, debemos comprobar que el tiraje sea suave y ofrezca una pequeña resistencia. De lo contrario es preferible vaciarla y volverla a armar.
A la hora de encenderla y fumar
El encendido tanto sea con fósforos o encendedor, debe ser abundante, quemando toda la superficie superior del tabaco en forma pareja. Una vez encendida, las hebras superiores del tabaco quemado se inflaran, entonces las dejamos apagar, y luego con el pisón (de un trio) aplastamos las hebras del tabaco. Al volverla a encender la pipa comienza a tirar bien.
El humo de la pipa se saborea en el paladar sin tragarlo, ya que las papilas gustativas se encuentran en la boca y no en los pulmones. Las pitadas deben ser cortas y con pausa, acompañando el ritmo de la respiración y evitando que la pipa se caliente demasiado. Si la temperatura de la pipa está caliente a la mano, la debemos dejar reposar unos minutos para que se enfríe. Luego podemos volver a prenderla sin problema. Si durante la fumada la pipa se nos apaga, se la puede volver a prender. Si pitamos insistentemente (muy frecuentemente o muy violentamente) para mantener la brasa encendida, eso provoca un sobrecalentamiento de la pipa y del humo que llega a la boca irritando las mucosas bucales y transformando en “picante” cualquier tabaco. Debemos pitar con pausa no importa si se apaga. Si eso ocurre no hay problema en volverla a encender las veces que sea necesario siempre que la pipa no se enfríe totalmente.
Limpieza
Cuando terminamos de fumarla y llegamos casi al fondo del hornillo, queda un poco de tabaco sin quemar, que es preferible no consumirlo y dejarlo sin quemar en el fondo de la pipa. En ese momento debe vaciarse la pipa, sin raspar ni limpiar las paredes internas del hornillo. La ceniza que queda adherida en las paredes del interior del hornillo, va formando de a poco una pared cristalizada de carbón, que constituye el curado de la pipa y le prolonga la vida útil.
Una vez que la pipa se enfrió totalmente, separamos la boquilla y le pasamos una escobilla de algodón humedecida en agua (algunos fumadores la pasan seca). Dejamos a un lado la boquilla, y tomamos el hornillo y el brazo, y por el orificio del brazo le pasamos una escobilla seca. Le pasamos escobillas hasta que salgan limpias.