QUÉ FESTEJAN?
Lo que sucedió el miércoles pasado es nuevo en la historia nacional. Más de medio millar de personas festejando la asunción de un ministro como si fuera un nuevo presidente es inédito y asombroso a la vez. Jamás la llegada de un funcionario despertó tanta algarabía y mucho menos opacó la presencia de un presidente que en esta oportunidad ofició de presentador oficial, una suerte de locutor con un cachet muy caro.
Qué festejaban las cientos de personas que fueron especialmente invitadas a un sencillo y habitualmente intrascendente acto de jura de un ministro? Ellos sabían algo que el resto de los habitantes del país desconocemos? Porque a decir verdad ni ayer, ni antes de ayer, ni hoy, hay nada que festejar en suelo argentino.
Cómo habrá sido de alocado el acto en cuestión que el propio Sergio Massa, tuvo que pedirle a su esposa Malena Galmarini -quien al parecer ya se autopercibe primera dama,- que se bajara del paraavalancha y dejara de cantar vivas que podrían llegar a delatar ulteriores intenciones políticas- personales del nuevo ministro. Intenciones que en rigor a la verdad ya todos imaginan por el simple hecho de conocer al titular del Frente Renovador.
Mientras todo esto pasaba y tras los primeros anuncios económicos, los capitostes de La Cámpora, pensaban cómo harán para que los muchachos de la “orga” crean que el ajuste anunciado en realidad no es tal y que en caso de serlo solo “lo pagarán los que más tienen”, más aún cuando el flamante ministro acaba de cambiar las reglas de los subsidios energéticos aún antes de ponerlos en marcha .
Así las cosas Juan “el Gaucho” Grabois, en esta nueva realidad de piqueteros que están de los dos lados del mostrador, amagó con su alejamiento del Frete de Todos, es decir del gobierno, si no le dan al menos un pedazo de la torta. Por su parte el titular del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, ni lerdo ni perezoso anunció un marcha para la próxima semana no sea cosa que lo dejen fuera del reparto o que Emilio Pérsico le gane de mano y le birle su porción
Ahora bien, más allá de los anuncios y las buenas intenciones de Massa y su equipo, lo que nadie explicó es cómo llevarán adelante la catarata de anuncios formulados ya que nadie –ni el círculo rojo que lo acompañó- cree en cantos de sirena.
Sobre la ausencia de la vicepresidente no hace falta referirse porque todos saben que en este caso su juego preferido es “apoyo, pero hasta ahí nomás”, cosa de poder deslindarse de toda responsabilidad en caso de que algo salga mal y de ser necesario “embocar al hijo ….de Massa,” como ya ordenó una vez.
Una mención aparte merece la actuación del presidente Alberto Fernández a quien se vio dejar el lugar “solo, fané y descangayado” ya que no solo tuvo que rendirse a los pies de su compañera de fórmula, sino que ahora tuvo que hacerlo también ante quien él mismo invitó por televisión “a tomar un café” y sumarse al equipo.
Tal como se adelantó en esta columna en la editorial titulada “Monarquía Argenta”, Fernandez pasó definitivamente a un lugar protocolar en el gobierno. Si nunca tuvo poder decisión, ahora no solo no lo tiene, sino que deberá contentarse con esporádicas apariciones inaugurando cordones cunetas, lanzando programas educativos o participando de asunciones presidenciales, todo lejos de la prensa y los micrófonos de ser posible. Triste y anunciado final para un jefe de Estado que siempre generó más dudas que certezas.
D.R