LAW FARE O LAW FEAR? Esa es la pregunta.

LAW FARE O LAW FEAR?  Esa es la pregunta.
Cristina Fernández, vicepresidente.(ilustración de gentileza)

La decisión de los más altos dirigentes oficialistas ya sean del Kirchnerismo, de La Cámpora o el Albertismo,- si es que alguna vez existió- de intentar preparar el terreno para protagonizar una suerte de “17 de Octubre” no tiene razón de ser, sencillamente porque Cristina Fernández no es Juan Domingo Perón, no está detenida ni proscripta y mucho menos convoca masas como Evita por si sola.

Sin embargo, aunque todo esto ocurriera, tampoco correspondería, no solo porque son otros tiempos y existe un pleno estado de derecho, sino porque es el mismo poder judicial que muchas veces procedió a sobreseerla  -y de la cual nada se dijo- el que la condenará o no, llegado el caso. 

La verdad sea dicha. Hasta ahora lo único que ocurrió fue el alegato de un fiscal contra la vicepresidente en una causa en la que a ojos de la fiscalía, Fernández es la jefa de una banda que se dedicó durante 12 años a estafar al Estado. Nada más, ni nada menos.

No hay condena firme ni la habrá hasta por lo menos una década, ya que como todos saben -aunque hagan caso omiso de esto y se empeñen en mostrar una realidad que no es-  primero debe haber un fallo del Tribunal Oral Federal 2 que la juzga actualmente, luego debe expedirse Casación y por último la Corte Suprema. Es decir, no hay motivo alguno para arrastrar a toda la sociedad al mar de locura a la cual se la está conduciendo, poniendo en riesgo la debilitada paz social.

Cristina Fernández de Kirchner no está en peligro, el peronismo/kirchnerismo tampoco, lo único que pasó es que la vicepresidente recibió un golpe a su fenomenal ego.  Es más, si dentro de diez años fuera confirmada la condena, la única que quedaría inhabilitada es la actual vicepresidente, no el Peronismo, del cual sorpresivamente CFK  no solo se acordó , sino que además decidió quitarle los puntos “del orto”, que tiempo atrás mandó suturar. El tiempo todo lo cura, dicen.

Cometido

Ayer Fernández no solo usó su despacho oficial del Congreso para ventilar un tema particular, no de Estado, sino que haciendo uso de su mejor arma que es el histrionismo realizó una suerte de acto de campaña, insuflando aires a sus acólitos y en especial a los integrantes de La Cámpora, en su mayoría jóvenes dispuestos a defender a la jefa en la calle de una amenaza que no existe. No hay condena ni proscripción. Solo ego dolido, nada más. Eso sí, logró su cometido y corrió de escena el alegato del fiscal Diego Luciani del cual por estas horas nadie habla.

El problema de Cristina Fernández no es el LAW FARE, sino el LAW FEAR. En el primero de los casos se hace referencia a una “guerra judicial” (warfare law), en el segundo es una suerte de abreviatura de “miedo a la ley”(fear of the law) y es allí por más que lo niegue que la situación cala profundo en la ex presidente.

Obviamente nadie conoce mejor que la propia Cristina Fernández las irregularidades que se pueden haber cometido a la hora de llevar adelante diversas obras públicas que cayeron indefectiblemente en Austral Construcciones. Tan es así, que la defensa de la propia  vicepresidente confirma con su accionar dicha afirmación al utilizar cuanto medio tiene a su alcance para intentar  invertir la carga de la culpa, corriendo así el foco de discusión y convirtiendo al acusador en acusado.

Si Cristina Fernández tuviera las pruebas necesarias para dar con tierra la acusación del fiscal ya lo habría hecho, lo de ayer no solo no basta, sino que además fue al menos poco serio.

Los mismos diarios a los cuales critican fueron usados para defenderse, se mencionan posibles hechos de corrupción que involucran a sus funcionarios y hasta acciones de supuesto espionaje de la AFI en el período en que la propia Fernández era presidente. It´s too much, diría la Doctora.

Compensación

La idea que se plantea es algo así como “ok. en mi gobierno hubo corrupción, pero mire que en otro también”, alegato algo llamativo en una abogada exitosa que sabe que la “compensación penal" no existe. No se puede decir “ahh si yo robé pero vos también, entonces listo,  estamos a mano”. No es así, más allá que de haberlo sabido no se entiende por qué no lo denunció al momento de ver a López revolear bolsos y conmoverse con Novaresio.

Flaco favor hace la vicepresidente al país al utilizar métodos propios de malevos borgianos como cuando mando al actual senador Oscar  Parrilli a “apretar jueces” . Lo indispensable es que desde el gobierno se llame a la paz social, a la cordura y  se deje actuar a la justicia, esa que como se dijo, más de una vez falló a su favor.  

Tampoco es bueno que los intendentes -siempre prestos a lo que haga falta con tal de congraciarse con el poder supremo- den a conocer apoyos innecesarios que poco suman y mucho enrarecen el clima general incluso en sus propios pueblos. A veces con el silencio alcanza.

Del accionar de la ex presidente dependerá si con el paso del tiempo los libros de historia la recordarán como una estadista  brillante que depuso sus intereses personales y trabajó para pacificar un país en llamas o como la primer vicepresidente en ejercicio condenada  por corrupción.

D.R