LA HIPOCRESÍA AL PALO

LA HIPOCRESÍA  AL PALO
La CGT despertó de una larga siesta.

Luego de cuatro años de letargo, los “Gordos” de la CGT despertaron cual osos que salen de sus confortables cuevas de hibernación para descubrir que la situación económica-social del país no es buena por lo que necesita de su intervención  para poner las cosas en caja .
Además los capitostes gremiales que durante los último cuatro años no emitieron siquiera un comunicado en defensa de los trabajadores  a los que dicen representar pero de los cuales están cada vez más lejos,  se dieron cuenta también que hay inflación y que las medidas anunciadas por un gobierno que asumió hace menos de una semana provocaran más pena que gloria, al menos en los próximos meses, según se afirma desde el propio gobierno.
Lo llamativo del caso es que los que ahora reclaman que el ajuste no lo pagará la casta –como si ellos no pertenecieran a la misma-  no solo apoyaron al ex ministro-candidato presidencial  Sergio Massa, quien llevó la inflación de un desastroso 70% a un insoportable 160%, provocó que la pobreza alcanzara a uno de cada dos argentinos  y triplicó el precio del dólar, sino que además nada dijeron del accionar del  gobierno de “científicos” de Alberto Fernández.
Siempre atentos a la hora de pregonar que defienden los derechos de los trabajadores, `pero lerdos si al que se debe enfrentar es a un gobierno amigo, los “Gordos de la CGT” emitieron un comunicado  indicando que  “El anunciado ajuste, no ajusta a la denominada casta como se prometió en la campaña. El ajuste de Milei, una vez más, recae sobre el pueblo", expresaron, mientras olvidaban las promesas de campaña del binomio Fernández – CFK, quienes allá por 2019 prometían multiplicar el empleo , llenar las heladeras y poner a humear las parrillas como viejas locomotoras a vapor.
Para los gremialistas  las medidas anunciadas por el ministro Caputo  "destrucción del poder adquisitivo", que será "visible en los salarios de los trabajadores formales e informales, trabajadores de la economía social y solidaria, de cuentapropistas y autónomos, así como también de jubilados y pensionados", como si en la actualidad quienes mencionan vivieran en la panea de la felicidad.
Otro a punto a tener en cuenta es que quien ganó las elecciones por el 56% de los votos,  indicó a lo largo de su campaña las medidas que iba a tomar, es decir, que quienes lo votaron sabían de antemano lo que iba a ocurrir, mal que les pese a los acomodados gremialistas.

Mis derechos valen más

Acostumbrada a su lugar de oposición muy lejana al poder - ya que jamás logra captar una importante cantidad de votos, a punto tal que en  las elecciones pasadas no cosecharon siquiera  el 3% de adhesiones-, los representantes de la izquierda vernácula salieron presurosos a criticar el protocolo antipiquetes a nivel nacional presentado ayer por la ministra de seguridad Patricia Bullrich.
Eduardo  Belliboni, conocido dirigente del Polo Obrero  partido que se hizo conocido por cobrarle un porcentaje de los planes a sus representados,  junto al legislador porteño Gabriel Solano afirmaron que el sistema “Viola la Constitución Nacional”  ya que impediría el derecho a la protesta.
Lo extraño del caso es que a la hora de hablar de violaciones de la Constitución, los dirigentes no hayan  puesto sobre la mesa los cortes de ruta o calles a los cuales someten a millones de argentinos, cosa que además de ser una “violación a la Constitución” ya que impide el derecho a la libre circulación, se tomó como una práctica cotidiana sin importar el perjuicio que ocasionan a quienes no tienen en sus manos solucionar dichos problemas.
Así las cosas parece que para  Bellilboni y Solano no solo hay derechos más importantes que otros, sino que la voluntad popular del  56% de los argentinos que votaron este modelo político y que aún están expectantes de caras al futuro, tiene menos valor que los derechos del 2,67% que obtuvo la izquierda a la cual representan en la última elección.
Para los dirigentes antes mencionados, el derecho a la protesta que en principio  no se negó - lo que se indicó fue la imposibilidad de realizar corte de rutas o calles- , está por encima del derecho a la libre circulación. Protestar en un espacio público, por caso la Plaza de Mayo, o al costado de una ruta sin impedir el tránsito, no tiene validez para la izquierda vernácula.

Chabacanería de origen

Ver al otrora influente Luis D’Elía a quien ya ni su propio partido tiene en cuenta, insultar a la ministra de Seguridad , más que indignación produce pena ajena.
Los improperios lanzados por quien hoy no mueve el amperímetro social ni llena una vieja cabina telefónica si convoca a una reunión, hablan más de su desesperación por haberse quedado fuera del círculo de influencia al que en  algún momento creyó  pertenecer, que de la fuerza de la oposición que intenta representar sin resultado alguno.
Hombre mayor si los hay, el otrora dirigente social debería al menos conducirse con cierta moderación ya que con estos arrebatos  chabacanos ahuyenta a los cuatro o cinco seguidores que aún le quedan y lo alejan más de los dirigentes de cierto peso a los que quiere impresionar para que lo vuelvan a tener en cuenta al menos para repartir panfletos en alguna de las tantas esquinas olvidadas del conurbano.

D.R