HABLÓ CFK Y TODOS A CASA. Un país en vilo porque se deciden problemas institucionales en la calle. La oposición duda.
Luego de un extraño acuerdo, el gobierno de la Ciudad retiró la policía del lugar . CFK hizo un acto y mandó a sus seguidores a descansar. Por ahora.
Luego de un acuerdo de partes en donde el gobierno de la ciudad aceptó retirar la policía del lugar y Cristina Fernández mandar a los manifestantes a su casa, el barrio porteño de Recoleta intenta volver a la normalidad.
Si bien cada uno jugo su papel, el protagónico fue para la vicepresidente que hizo un liviano llamado a la calma. El discurso que hizo en la puerta de su casa fue el cierre de una jornada donde no faltó la violencia .
Todo comenzó con un vallado que dispuso el gobierno de la ciudad, cosa que fue un gran disgusto para los militantes y más aún para la vicepresidente. De allí en más la escalera de violencia estuvo a disposición de quien quisiera subir peldaño por peldaño, ante la atenta mirada de funcionarios nacionales entre los que se destacaban gobernadores, ministros, intendentes y diputados de diverso calibre.
Por su parte el alcalde de la ciudad salió por televisión para decir que “hace mucho tiempo que los argentinos estamos viviendo momentos de muchísima angustia y dolor. Y en el día de hoy, en la Ciudad vivimos escenas de violencia que no son aceptables para la convivencia democrática". "Todos los dirigentes políticos tenemos la responsabilidad de contribuir con nuestras acciones y declaraciones a la paz social, y siempre evitar cualquier enfrentamiento entre argentinos”, tras esto retiró la policía del lugar, una medida muy criticada por propios y extraños que indicaban que "no tiene sentido montar semejante operativo para luego levantarlo sin que nadia haya cambado", habida cuenta que la manifestación seguía en el lugar.
Tras esto rápidamente se armó una suerte de escenario en la esquina Uruguay y Juncal desde donde Cristina Fernández llamó a la calma y no se privó de fustigar a la oposición indicando que “dejen de competir para ver quien odia más a los peronistas”. Para luego afirmar “no repitan experiencias de las cuáles después todos tenemos que lamentarnos, ha habido demasiada sangre en la Argentina”. Haciendo una interpretación algo recortada de la historia. Tras esto la vicepresidenta decidió mandar a sus acólitos a “descansar porque fue un día alargo”.