ERROR PRIVADO O LAISSEZ- FAIRE OFICIAL (La Surfería; 2da parte)
El muy interesante debate que se originó ayer en el Concejo Deliberante en torno a un expediente vinculado a las obras de construcción de una escuela de surf en la localidad, cuyo expediente está viciado de errores de toda índole, puso a los ediles en una delicada situación ya que debieron decidir sobre darle la oportunidad a un proyecto, que a todas luces, presenta una serie de irregularidades administrativas o dar por tierra con el mismo, más allá de los puestos de trabajo, las inversiones locales y el beneficio que se afirma generaría para el distrito, anteponiendolo al cumplimiento de las normas.
Entre los ediles están quienes entienden que si bien hubo errores en el proceso, la empresa en cuestión dio manifiestas pruebas de buena fe al querer solucionar los mismos con la intención de continuar con las tareas que ya comenzaron sin autorización municipal alguna. Esta postura es más que entendible si se tiene en cuenta la necesidad de generar nuevas inversiones en la localidad, las cuales no vienen nada mal, como así también las proyecciones a futuro que se hacen respecto al movimiento que el proyecto puede generar de caras al futuro.
De la vereda de enfrente están aquellos que indican que dichos errores, se parecen a un laissez -faire, vinculado a cierta bendición oficial más próxima al futbolero “siga siga”, que a desconocimientos del proceder municipal por parte de los emprendedores.
Los chicos
Así las cosas ambas posturas abren la puerta a una serie de interrogantes y de posiciones que van más allá de cuestiones meramente administrativas y que quizá tengan que ver con la forma de concebir el Estado, el poder, las normas y hasta el desarrollo local.
Durante todo el debate se mencionó a los integrantes de La Surfería (presentes en el recinto) como “los chicos”, cual si se tratase de adolescentes que se juntaron para llevar adelante un trabajo escolar en grupo en una plaza de la localidad, cuando en realidad se trata de jóvenes de bien, todos mayores de edad , los cuales –según se afirmó en el recinto- provienen de familias que poseen comercios en la zona y hasta en algunos casos, al parecer, ellos mismos tienen. De ser así no hay forma de indicar que se haya comenzado una obra sin contar con las autorizaciones pertinentes por error.
Los emprendedores en cuestión son adultos que llevan adelante una empresa y que deberían conocer o haberse informado sobre los trámites a seguir al respecto.
Está sentado que la ignorancia de la ley vigente no justifica su incumplimiento, so pena de darle la razón a quienes afirman que quizás hubo –como también se dijo en el reciento- cierta venia oficial para avanzar con las obras sin más, aplicando la idea de “métanle nomás , después vemos”.
Otro de los puntos que salen a la luz es el hecho que algunos ediles calificaron como una doble vara ya que a su entender proyectos de inversores foráneos se le dieron excepciones y “ahora que se tata de locales se ponen reparos”.
En este caso habría que mencionar para que estas cosas no sucedan tal vez sería dable que los ediles analicen la posibilidad de revisar algunas ordenanzas de modo tal que no sea necesario proceder a dar excepciones que luego causan más dolores de cabeza que beneficios.
Inversiones
Durante el debate quedó expuesto el hecho que indicaría que si bien todas las inversiones son bienvenidas, las provenientes del distrito son –al menos para algunos ediles - mejor vistas que las de afuera. Esto es en verdad es entendible debido a cierto localismo presente en cada ciudad del país.
¿¿Cómo no sería así?? . Qué hombre o mujer de bien no quiere que su pago progrese y más aún si es de la mano de sus coterráneos? Ninguno!!!
Sin embargo este punto también abre las puerta a quienes ponen sobre la mesa una bandeja llena de sospechas que dan cuenta justamente que, por tratarse de una empresa local, contó con cierto beneplácito municipal fuera de las normas que todos sin excepción deben cumplir. Tan es así que algunos ediles analizan llevar el caso a la justicia penal `bajo sospecha de un posible incumplimiento de los deberes de funcionario público.
El debate de ayer va más allá de la buena fe o la suspicacia con la que se pueden mirar las cosas, para adentrarse en cuestiones que tal vez merecen un debate aún mayor respecto a la vigencia de los actos administrativos y su estricto cumplimiento, o no.
Sabido es que en muchas ocasiones - y en especial en la política- no todo es blanco o negro, que hay matices y que parte de la habilidad de los dirigentes está en la posibilidad de encontrar una salida a problemas que a veces ellos o sus colegas generaron con sus decisiones, con la intención de no perjudicar a nadie en particular, cosa que está bien siempre y cuando esto no se vuelva una regla general que cubra todo de un difuso gris; más aún si los beneficiarios son coterráneos.
Por último -y si bien está previsto en el reglamento interno del Concejo Deliberante-, no deja de llamar la atención que ante la ausencia de uno o varios ediles, sean del bloque que sea, se convoque a un suplente quien recién sentado en su banca votará sobre temas que tal vez no conozca en profundidad, por caso el de La Surfería, que según se indicó se venía tratando en comisión desde hace dos meses. Salvo que el recién llegado sea muy activo y siga a pie juntillas el devenir diario de los expedientes que ingresan en el Concejo a pesar de no formar parte cotidiana del mismo, resulta extraño que alguien pueda emitir un voto a conciencia sin más; a excepción claro está; que lo haga por simple “obediencia debida partidaria”.
D.R