“ROTOS DE AMOR”: UNA MONTAÑA RUSA DE SENSACIONES
Una obra de Rafael Bruza que hace reír, reflexionar y hasta emocionarse de la mano de cuatro amigos medios rotos que transitan las vicisitudes del amor y desamor.

La puesta en escena de la conocida obra de teatro de Rafael Bruza, “Rotos de Amor”, bajo la dirección de Mercedes Giunti y Mauro Spadari permite en poco más de 80 minutos, reír, emocionarse, soltar alguna lágrima, aplaudir a rabiar y hasta por qué no, comenzar una ejercicio retrospectivo sobre la propia vida.
Sucede que no hay manera de que el espectador no conecte con los cuatro visitadores médicos que, cada uno a su manera, transita las bondades y penurias del amor, más aún si estos son representados por actores de la talla de Marcos Martínez, Cristian Serrano, Darío Dobal y el propio Mauro Spadari.
Así las vicisitudes propias de la vida y en especial de las relaciones amorosas son puestas sobre la mesa sin más, a corazón abierto.
Ilusión infinita, traición, esperanza, angustia, y hasta el deseo de prolongar el amor más allá de la vida, van y vienen a lo largo de esta magnífica puesta en escena que conmueve a todos sin excepción.
Quién no ha sufrido alguna vez por amor?. Quién no se ilusionó con un amor a sabiendas que el mismo era casi imposible?. Quién no se sintió traicionado por la persona amada? Quién no recurrió a sus amigos del alma por una palabra de consuelo? Quién no pensó que sin ese amor deseado la vida ya no tenìa sentido?
Estos son los interrogantes que con humor y mucha inteligencia plantea la obra de Bruza, que en la puesta en escena de Giunti y Spadari, se vuelve más que divertida y profunda a la vez.
De esta forma los “apagones” que hay entre escena y escena sirven de hilo conductor entre momentos de profunda amistad y dolores tan intensos que desgarran el corazón de los visitadores médicos que transitan así la posibilidad del amor y desamor sin solución de continuidad.
Si bien la obra podría presentarse solo como una comedia llena de enredos y situaciones tragicómicas, en realidad es una suerte de llamado a la reflexión sobre la vida no solo de los cuatro amigos, sino quizá también la de los miles de espectadores que con seguridad verán esta puesta en escena y que luego no podrán dejar de hacer referencia a las vicisitudes por las que atraviesan los protagonistas y a las alocadas soluciones que encuentra para sobrellevar las mismas, comparándolas tal vez con sus propias experiencias.
Permiso
Ahora, querido lector, le pido permiso para dejar de lado una de las máximas del periodismo gráfico que indica que “No se debe escribir un artículo en primera persona”, pero a mi entender este caso lo amerita.
En primer lugar y como calculo que Ud. que es seguidor de este portal de noticias ya sabe que los domingos Periodismoya.com no está en línea, no pública noticia alguna; sin embargo en este caso me urgía contar la experiencia vivida con “Rotos de Amor”.
Sucede que “Me picaban los dedos por sentarme escribir y contar lo que vi” , diría un viejo periodista con el que derramé ríos de tinta durante varias décadas en una antigua redacción neuquina, para luego compartir más de un vaso whisky tras el cierre de la edición, en algún bolichón de la avenida Olascoaga que aún mantenía sus puertas abiertas en esas madrugadas sureñas frías como el hielo.
Debo confesar que no soy un asiduo concurrente ni al cine ni al teatro, a pesar que ambos me gustan mucho.
Debo decir también que si bien fui a ver esta obra sin ningún prejuicio, sí lo hice con mucha curiosidad por ver la puesta en escena, el trabajo actoral y hasta las condiciones del teatro municipal Abel Santa Cruz, de la ciudad de Miramar donde la obra se presenta todos los viernes a las 22 hs. Esa es la verdad.
Todo, absolutamente todo es digno de destacar a punto tal que lamento no haber concurrido antes a disfrutar de tan divertida y a su vez interesante obra donde queda absolutamente demostrado que cuando las cosas se hacen con profesionalismo, dedicación y sobre todo una pasión incomensurable, nada puede fallar.
La señorita que estaba en la boletería, las que reciben a los espectadores al momento de ingresar a la sala, el sonido, la iluminación y hasta incluso los jóvenes que forman parte del equipo de producción y que a la salida se preocupan de sabepor “qué les pareció la obra”, todo está pensando para que el espectador se sienta cómodo y hasta consentido de principio a fin.
Finalmente y por todo lo aquí escrito, quizá ahora sea el momento de sentarme a charlar –café de por medio- con Rodríguez, Godoy, “Berlanguita” y El Mudo, para que estos cuatro amigos un tanto rotos que se preguntan si es más linda la ilusión del amor o su verdadera presencia, me cuenten, entre otras cosas, los secretos del éxito.
D.R