SERGIO, EL MARQUÉS DE MASSA

SERGIO, EL MARQUÉS DE MASSA

Había una vez un reino ubicado en las tierras australes del continente americano dónde se llevaron adelante las Primarias Abiertas Simultaneas Obligatorias (PASO) que no son más que unas elecciones para conocer quiénes será  los candidatos de los distintos partidos políticos que competirán en otra próxima elección por ocupar el trono presidencial .
Así fue como el candidato de la reina Cristina Primera, Sergio, el Marqués de Massa,-que a su vez es el ministro de Economía del reino que por estos años pasa miles de penurias, con más de la mitad de sus súbditos viviendo en la pobreza alejados del bienestar de palacio, con una moneda que no alcanza para comprar una hogaza de pan y con temor diario a ser saqueados y hasta muertos por un sinnúmero de bandidos que azotan principalmente la zona conocida como “conurbano”-  salió tercero para desgracia de su majestad –quien a decir verdad hace años que no pega una a la hora de elegir representantes para la presidencia o vicepresidencia del reino-  cosa que además provocó la desazón del ministro–candidato que ya no sabe qué hacer con sus ansias de poder y la economía del reino.
Así, con la intención de cumplir con el plan “Llegar” -que consiste en estirar la soga hasta las elecciones de  octubre o el fin de su gestión- el ministro de Economía, al que la reina llama cariñosamente “Fullero” -algo así como mentiroso, tramposo, poco creíble, según dicen por esas latitudes  (sabrá ella por qué lo llama así)-  decidió poner en marcha uno de los requerimientos del mayor prestamista del mundo al que llaman FMI que consiste en una fuerte devaluación, cosa a la cual “Fullero” se negaba rotundamente hasta el mismo día de las elecciones con tal de no hundirse de antemano, sin embargo  al conocer el resultado de las mismas el  todopoderoso ministro decidió que los habitantes del reino a partir del lunes 14 de agosto serían un 22% más pobres!!.

La noticia

Los juglares cantaban la noticia de poblado en poblado, mientras la reina miraba para otro lado, al igual que su hijo, el príncipe heredero, cuyo principal bagaje es la portación de apellido. Como será de extraña la relación de la nobleza con el Marqués de Massa, que a pesar de haber sido ungido candidato por la reina, ni ella, ni el príncipe heredero,  ni los templarios de La Cámpora movieron un dedo a favor del mismo.
La noticia corrió como reguero de pólvora por todos los rincones del reino levantando las críticas de propios y extraños. 
Sucede que los funcionarios de la reina no solo no sabían cómo hacer para explicarle a la plebe la penosa situación  a la que los habían llevado de la mano de la reina, el rey y el ex superministro  -quien hasta el mismo día de la elección prometía trabajar  en favor de jubilados, estudiantes y pequeños artesanos del reino-,  sino que además ahora debían decirle a los súbditos que pocas horas después de perder las PASO el Marqués decidió que todos serían más pobres, incluidos aquellos a quienes prometió defender del embrujo de la malvada villana a quien llaman “la Derecha”.
Otro que no salía de su asombro era el Duque de Axel que no comprendía a “quien se le Pudió ocurrir la idea de devaluar antes de las próximas elecciones generales”.
Los bufones del palacio de La Plata  intentaban  animarlo pero el Duque de Axel no dejaba de repetir : “oh Dios mío, decidme cómo haré para explicar a las jóvenas y a las docentas que hoy son mucho más pobres que ayer!?”, a lo que un pícaro paje respondió : “mi señor por las docentas no os preocupéis, hablad con el Conde de Baradel, él se ocupará de disimular esos reclamos”.

El rey 

Mientras todo esto ocurría en palacio, en un lejano castillo libertario un brujo, hasta ayer poco conocido, y al que los pobladores del reino llaman “Peluca” y al que muchos catalogan de “freak”,  se regocijaba al ver la reacción de la nobleza a la que él  denomina “la casta” y promete desterrar para siempre de palacio, utilizando brebajes muchas veces considerados non sanctos.
Por su parte el Barón de CABA al que sus fieles llaman “El Pelado”, intentaba curarse las heridas infringidas en el último duelo que mantuvo contra la Condesa de Bullrich, quien látigo en mano alzó  la copa en la batalla que  libraron para determinar quién representaría a esa dinastía en las elecciones de octubre.
Ajeno a todo esto el rey Alberto, conocido por su afición a tocar la guitarra, rodearse de bufones, juglares  y hasta de organizar junto a su "querida Fabiola" una "clande" - así llaman por esas latitudes a las fiestas que se hacían cuando regía la prohibición total de hacerlas debido a una plaga desconcida que azotaba el mundo y que en el reino provocó más de 130 mil muertos- jamásfue consultado sobre la decisión de Sergio, el Marqués de Massa de volver a la población más pobre aún. Como es habitual el rey Alberto, acostumbrado a no ser escuhado, no dijo nada y se dedicó a preparar un nuevo viaje por el mundo creyendo aún que su accionar tiene alguna relevancia en los destinos del reino.

Más pobres que ayer

Lo cierto es que a pesar de las medidas tomadas para consolidar el plan “Llegar” con una devaluación que agrade al prestamista FMI - tan detestado por la familia real y sus allegados-,  y lograr así posicionarse lo mejor posible para las elecciones de octubre y terminar su gestión sin mayores sobresaltos, el Marqués de Masa no gana para disgustos. Sucede que Malena, la princesa consorte, que se presentó como candidata a alcaldesa del Condado de Tigre, también perdió la elección nada menos que contra un ex aliado del Marqués, cosa que cumple con el refrán popular que reza "no avives giles que después te morfan"
Mientras todo esto transcurre, los habitantes del reino, fieles a su majestad la reina Cristina Primera, a su hijo Máxi y a los Templarios de la Cámpora , siguen sin entender cómo es que aquellos integrantes de la nobleza que prometieron a viva voz que llenarían las despensas de alimentos, los graneros de heno y la vida de alegría y abundancia, hoy toman medidas que en un santiamén los vuelven más pobres de lo que ya eran  ayer.

Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia.

D.R