PREOCUPA AUMENTO DE SUICIDIOS EN LA POLICIA. Fallecen más por este motivo que en cumplimiento del deber
La depresión y el estrés provocado por las condiciones laborales serían un factor de riesgo. Muchos casos se dan luego de que el uniformado comete un crimen, por caso un femicidio.
Lejos de reducirse la cantidad de suicidios de efectivos de las fuerzas de seguridad crece con el correr del tiempo en todo el país. Tan delicada es la situación que hasta el año pasado en algunas fuerzas policiales se indicaba oficialmente que son más los uniformados que fallecen por suicidio que aquellos caídos en cumplimiento del deber.
Si bien las autoridades policiales están atentas al tema, poco se habla de una cuestión que no reconoce diferencias de fuerzas ni distinción por el lugar de trabajo de los efectivos.
En los últimos cinco años se suicidaron más de 120 efectivos de la Bonaerense, guarismo que estadísticamente supera los casos anuales cada 100 mil habitantes que se registran en la sociedad civil.
En Policía de Santa Fe hasta mediados de febrero de este año, es decir en 40 días, se suicidaron 7 efectivos, contra los 23 que tomaron esa drástica decisión desde el 2014 al 2019, lo que da cuenta de la gravedad del problema.
Fuentes vinculadas al tema afirman que la situación es de muy difícil abordaje a punto tal que en muchos casos se vuelve tabú y que a veces, por temor al denominado efecto contagio, casi no se habla del tema.
En lo que a fuerzas federales se trata, oficialmente los estudios de mortalidad policial, realizados por el Ministerio de Seguridad de la Nación, reflejan que entre el 2016 y 2019 se registraron un total de 70 casos de suicidio en Fuerzas Federales. Estos últimos constituyen el 35% de las muertes por causas externas en la población policial. El 57% de las muertes por suicidio ocurren antes de los 35 años, siendo las franjas etarias entre los 25 y 29 años las de mayor incidencia de casos.
En términos generales se indica que estos hechos ocurren con el arma reglamentaria cuando los efectivos están de franco. Otro detonante es cuando el efectivo comete un crimen, por caso un femicidio, situación que en los últimos años creció de forma alarmante.
Un ejemplo de esto se dio en mayo del corriente año cuando un efectivo de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, asesinó a tiros a su novia, también integrante de la fuerza, en su casa de la localidad bonaerense de Monte Grande y segundos después se hirió de gravedad de un disparo en la cabeza en plena calle. El hombre, de 29 años, murió al poco tiempo de llegar a un centro médico.
Pero ese no es el único hecho similar; en enero, la localidad santafesina de Murphy fue escenario de un episodio casi idéntico. Un policía de 50 años perteneciente a la fuerza policial provincial, asesinó de un tiro en la cabeza a su ex pareja con su pistola reglamentaria delante de sus hijos y luego se suicidó.
Lo mismo ocurrió en octubre del año pasado, en Alta Gracia, provincia de Córdoba, donde un efectivo también mató a tiros a su pareja con su arma reglamentaria y luego se quitó la vida junto a la tumba de su padre.
También se suman los casos provocados por cuestiones personales de los uniformados como la joven oficial que se disparó un tiro en el pecho en la ciudad de La Plata dejando una carta donde daba cuenta de los motivos de dicha decisión, o el joven efectivo que se disparó estando dentro de su auto hace poco tiempo atrás.
Según afirman quienes siguen de cerca el tema “al estrés diario al que están sometidos los uniformados por su tarea propiamente dicha, se suman largas horas de trabajo, más algunas “changas” extras que muchos realizan – por caso manejar un remis o adicionales en distintas dependencias - para complementar sus magros ingresos, provoca una situación en continua ebullición, a la que se suma la presencia de armas al alcance de la mano lo que agrava considerablemente la situación”.
Lo cierto es que el tema preocupa sobremanera a las autoridades de cada una de las fuerzas del país, que ven como el problema se agrava a lo largo de los años.