DÍA MUNDIAL DEL MALBEC
Una reseña histórica del camino de la cepa emblemática que conmemora su día cada 17 de abril. Cómo llegó a Argentina, qué la hizo especial, por qué casi desaparece y cómo fue su segunda evolución.

Cada 17 de abril, la vitivinicultura argentina se viste de fiesta para celebrar a su cepa insignia, al conmemorar el Día Mundial del Malbec. Un homenaje a la uva que encontró en el país su tierra predilecta y se convirtió en la principal exponente hacia el mundo. Una suerte de insignia que tiene casi 200 años de desarrollo.
La uva Malbec es oriunda de la región de Burdeos (Francia), específicamente de Cahors, donde se la conoce con el nombre de Cot o Auxerrois. Se creó a raíz de un cruzamiento entre las uvas Magdeleine noir y Prunelard.
Según indica un estudio de Sabrina Zulueta titulado "Malbec: el Ave Fénix de la vitivinicultura argentina", fue la epidemia de filoxera que atacó a los viñedos de esa región alrededor de 1877, la que causó su destrucción. Luego, en 1956, una helada destruyó buena parte del Malbec que todavía se cultivaba, el cual fue reemplazado por Cabernet Sauvignon. Fue así que quedó prácticamente borrada del mapa en Europa.
Llegada a Argentina
La "resurrección" en Argentina tiene nombre y apellido: Michel Aimé Pouget. El enólogo francés fue el responsable de llevar a cabo, en 1853, la reconocida Quinta Normal en la provincia de Mendoza. Para hacerlo, introdujo varias cepas europeas, entre ellas
Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot. Lo hizo luego de que se aprobara, el 17 de abril de ese año, un proyecto en la Legislatura que también daba luz a la Escuela Nacional de Agricultura. Por eso se celebra el Día Mundial del Malbec en este día.
Tras su llegada, la uva se adaptó muy bien al suelo y clima de la provincia de Mendoza, donde los cosechadores comenzaron a denominarla comúnmente como "uva francesa", para diferenciarla de las cepas que predominaban en Argentina desde la época colonial, denominadas criollas, tales como Cereza, Criolla Chica y Criolla Grande.
Un siglo después de este inicio experimental de la uva Malbec en Argentina, en el año 1962, la superficie cultivada ya era de 58.577 hectáreas. Representaba el 22,5% del total de vid en el país y era la mayoritaria. Su diferencia de calidad enológica con respecto a las criollas fue determinante en este proceso evolutivo.
También tuvo incidencia de manera crucial las grandes inversiones que se implementaron a inicios del siglo XX por parte de inmigrantes que fundaron la gran mayoría de las bodegas tradicionales, además del crecimiento de la infraestructura como el ferrocarril. Ola inmigratoria que también contribuyó en el aumento del consumo, que por aquel entonces exigía a la producción unos 60 litros anuales por persona.
Sin embargo, fue a partir de la década del 60 en el que comenzó un declive de la siembra de Malbec, que se prolongó durante al menos 30 años y que estuvo vinculado precisamente por ese aumento desmedido del consumo. Sucede que año a año creció la demanda de vino de manera desmedida (para 1973 era de 90 litros por persona) y la variedad Malbec, de gran calidad pero escaso rendimiento en planta, no pudo hacer frente a esa demanda.
Los productores empezaron a optar por otras uvas de mayor rendimiento para la elaboración de vinos genéricos, masivos y con mucho alcance de producción. Se reflotaron las criollas tintas y algunas blancas como Pedro Giménez. Entre 1962 a 1995 se erradicó el 83% de la superficie de Malbec. De hecho, el informe relativo de ese último año marcó el punto más bajo de hectáreas cultivadas (9.746).
Segundo renacer
Para la década del 80' y particularmente en los 90' el hábito de consumo empezó a cambiar. Los argentinos empezaron a demandar vinos más finos y el consumo per cápita cayó. Hubo crisis de sobre stock y se tomaron medidas. Por ejemplo, con la Ley 23.550 (1988) se estableció la restricción por cinco años de la siembra de uvas criollas y solo se permitía nuevas plantas de uvas finas y para consumo en fresco. De hecho, hasta se pagaba un resarcimiento para quienes reemplazaran sus uvas criollas.
Medidas que implicaron una fuerte retracción de la superficie total de uvas del país que rondó el 40%, registrándose una caída de 140.309 hectáreas desde 1977 y 1990. Aún así y en este marco, comenzó a resurgir la variedad Malbec en un camino ascendente que se mantiene, aún a pesar de la retracción actual de la superficie.
Para el año 2010 la cantidad total de hectáreas sembradas era de 31.047. En 2015 fue de 39.486, mientras que en el 2020 de 45.657. Una muestra de su crecimiento, de hecho, a pesar de la contracción general. La superficie cultivada de Malbec ha aumentado un 19,2% en la última década (7.578 hectáreas) y continúa siendo la variedad que más crece desde hace varios años.
Actualidad
Actualmente y según datos difundidos por el INV en el informe de superficie de diciembre pasado, en total hay 47.064 hectáreas cultivadas, lo cual representa el 23,5% del total de la vid del país y el 42,1% de las variedades tintas aptas para elaboración de vinos. Está presente en 18 de las 20 provincias argentinas.
Mendoza tiene la mayor superficie de Malbec, alcanzando en 2024 las 39.856 hectáreas, lo que representa nada más y nada menos que el 84,7% del total de Argentina. Le sigue San Juan con 2.862 hectáreas (6,1%) y Salta con 1.714 hectáreas (3,6%). El resto de las provincias tienen 2.631 hectáreas (5,6%).
Info. F.P – M.Z.O