CÓMO ES EL PROCESO PARA ELEGIR AL NUEVO PAPA
Se estima que Francisco sea sepultado entre el 25 y el 27 de abril. El velatorio se realizará en San Pedro y ya rige la “sede vacante” hasta que se elija al nuevo papa.

Tras la muerte del papa Francisco, la Iglesia católica activa un antiguo ritual que regula desde el entierro hasta la elección del nuevo pontífice. Según establece el protocolo vaticano, el entierro deberá realizarse entre el cuarto y sexto día posterior al fallecimiento y tendrá lugar en la Basílica de San Pedro, donde se expondrá el cuerpo para la despedida pública.
El cuerpo de Jorge Bergoglio será velado en la Basílica vaticana antes del funeral solemne, que será presidido por el decanato del Colegio Cardenalicio, y posteriormente será sepultado en las grutas vaticanas, tal como era su deseo.
En el caso de Francisco, se espera que la sepultura no se realice en el mismo lugar donde yacen otros papas como Juan Pablo II o Benedicto XVI. El pontífice había expresado en vida su voluntad de ser enterrado fuera del Vaticano, en la Basílica de Santa María la Mayor, aunque esto no fue confirmado oficialmente hasta el momento.
A partir de ahora, comienza la etapa conocida como “sede vacante”, durante la cual el camarlengo, actualmente el cardenal Kevin Farrell, asume temporalmente el gobierno de la Iglesia hasta la elección del nuevo papa.
EL CÓNCLAVE
La asamblea de cardenales que elegirá al nuevo Papa se regirá por las mismas regulaciones que en marzo de 2013, cuando el argentino fue designado para ocupar el trono de San Pedro, con normas que no han variado significativamente en los últimos 800 años.
Se prevén nueve días de exequias y un plazo de entre 15 y 20 días para organizar un cónclave con cerca de 130 cardenales electores, para elegir a un sucesor. Más de dos tercios de ellos fueron nombrados por Francisco.
Teóricamente, la única condición para ser nombrado Papa es ser varón, bautizado en la Iglesia Católica, y no hay ningún límite respecto de la edad. Ni siquiera es requerimiento que sea cardenal o sacerdote. Pero la última vez que se eligió alguien por fuera del colegio cardenalicio fue en 1378 cuando desde el cónclave en Roma convocaron al arzobispo de Bari, Bartolomeo Prignano, que antes había sido monje, y que finalmente fue el papa Urbano VI.
Aunque los procedimientos para la celebración del cónclave fueron cambiando a lo largo de los siglos, desde 2005 están regulados por la constitución apostólica “Universi Dominici Gregis” (De todo el rebaño del Señor) que tiene como subtítulo De la vacante de la Sede Apostólica y de la elección del Romano Pontífice.
El procedimiento
Desde el 31 de diciembre pasado la Iglesia tiene 252 cardenales, de los cuales 139 son menores de 80 años y son los que puede votar en el cónclave.
El Colegio Cardenalicio es convocado para el cónclave por el camarlengo, y deben reunirse a más tardar 15 días después de producida la vacante, aunque la fecha se puede prorrogar hasta cinco días más.
La convocatoria es en la Capilla Sixtina, de la Ciudad del Vaticano, que desde 1878 es la sede permanente donde se reúne a puertas cerradas el “cónclave” (qué significa “con llave”).
En la actualidad la sala cuenta con medidas de seguridad para garantizar que no se pueda llevar a cabo vigilancia electrónica durante las elecciones, incluidos inhibidores para radios y teléfonos celulares. Además, durante el cónclave, los cardenales no tienen acceso a periódicos, radio, televisión ni ningún mensaje exterior a la asamblea. Hay pena de excomunión automática (latae sententiae) para cualquiera que viole esta norma de confidencialidad.
Reunidos los cardenales de todo el mundo, para comenzar el proceso, se celebra una misa matutina especial, Pro Eligendo Pontifice (por la elección de un Papa). Luego, al grito de “Extra omnes!” (todos fuera), los cardenales, que juraron guardar secreto de todo lo que ocurra durante la asamblea, son encerrados dentro de la Capilla hasta que decidan el nombre del sucesor.
En la actualidad, durante el cónclave, los cardenales se hospedan luego en la Casa Santa Marta, una residencia tipo hotel construida en 1996 en el Vaticano con 131 habitaciones, un comedor y salas de estar.
El comienzo
Una vez que se cierran las puertas de la capilla, los cardenales se ubican a ambos lados de la sala, y eligen al azar los nombres de nueve cardenales que van a oficiar la votación. Tres se convierten en fiscales, cuyo trabajo es supervisar todo el proceso, tres son los encargados de recoger los sufragios y otros tres los revisan.
La sesión comienza con una serie de discursos, oraciones, reflexiones e intensos forcejeos políticos. El cónclave en sí es inevitablemente un hervidero de las diferentes facciones que en sus discursos enfatizan cuáles son los requerimientos y la proyección que necesita la Iglesia y los 1390 millones de bautizados católicos que hay en el mundo.
Finalizada la sesión de discursos, se realiza la primera votación.
En principio, se realizan dos sesiones de votación al día, con dos rondas por sesión, o sea cuatro votaciones por día.
Cada cardenal escribe en la papeleta el nombre de su elección, de ser posible con letra distorsionada para ocultar su identidad. Luego camina hacia el altar mayor. Allí, bajo la pintura del Juicio Final de Miguel Ángel, dice en voz alta: “Pongo por testigo a Cristo el Señor, que será mi juez, para que mi voto sea dado a aquel que ante Dios creo que debe ser elegido”. A continuación, el cardenal coloca la papeleta en el receptáculo correspondiente, se inclina ante el altar y vuelve a su lugar.
El Papa es elegido cuando un único candidato obtiene una mayoría de dos tercios. Para evitar los cónclaves interminables como ocurrió en el pasado -en el siglo XIII un cónclave duró tres años-, a partir de la 34ª votación, las normas establecen que las siguientes votaciones solo se elige entre los dos candidatos que obtuvieron más apoyos en la ronda anterior.
Las fumatas
Como no debe quedar ningún documento de los sufragios, luego de cada ronda de votación se queman las papeletas y se realiza la tradición de las “fumatas”. El objetivo es mantener al tanto a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, que miran las chimeneas de la Capilla Sixtina para seguir la marcha de la elección.
Tradicionalmente, cuando los cardenales no llegaban a un acuerdo y debían seguir reunidos, las papeletas se quemaban con paja húmeda, lo que hacía que el humo fuera más oscuro.Para evitar confusiones, hoy día se recurre a productos químicos que permiten diferenciar más rápidamente la fumata negra de la blanca.
El nombre
Cuando un candidato finalmente obtiene dos tercios de los votos, el cardenal decano, o camarlengo, llama al elegido al frente de la capilla y le pregunta si está dispuesto a aceptar. Si la respuesta es afirmativa, se pide al nuevo Papa que elija el nombre con el que desea ser llamado.
Tras la elección del pontífice se queman las papeletas, de rápida combustión, y sin paja, por lo que el humo es blanco.
Como la presentación del nuevo pontífice al pueblo es casi inmediata, en las semanas previas al cónclave, los sastres vaticanos preparan tres túnicas de tamaño pequeño, mediano y grande.
El nuevo papa es conducido entonces a la llamada “Sala de las Lágrimas”, adyacente a la Capilla Sixtina, donde se pone su nueva túnica blanca y sus zapatillas rojas.
Finalmente, el nuevo Papa es presentado por el cardenal decano a la multitud desde el balcón principal frente a la Plaza de San Pedro con las famosas palabras: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam! (Les anuncio una gran alegría: ¡Tenemos papa!)”. Luego revela en idioma latín quién es el elegido y el nuevo nombre por el que desea ser reconocido durante su pontificado.
Info. R.G – L.N. N.A - redacción